miércoles, 2 de marzo de 2011

Arquitectura bioclimática, conceptos básicos y panorama actual

Arquitectura bioclimática


El presente escrito trata de exponer breve mente una imagen global, aunque necesariamente generalista, de la arquitectura bioclimática: sus condiciones de partida, sus conceptos básicos y su relación con los procesos de conservación ambiental, ahorro energético y desarrollo sostenible en curso. Se pretende además ofrecer un breve desarrollo metodológico para la comprensión de la génesis de un proyecto de arquitectura bioclimática y ofrecer un panorama actual de sus últimas tendencias y proyecciones de futuro.
Hablar de arquitectura bioclimática a las puertas del nuevo milenio ya no resulta un ejercicio inusual al alcance de unos pocos iniciados. Los congresos, cursos, conferencias, publicaciones, tesis doctorales y manuales sobre el tema se extienden a todos los ámbitos académicos y profesionales, y se suceden las exposiciones y concursos con referencias explícitas a la construcción bioclimática. Se trata de un desarrollo no casual, fruto de muchos años de trabajos de investigación y de aplicaciones prácticas, que han corrido en paralelo al resto de las reflexiones realizadas desde una lógica de conservación ambiental y de desarrollo sostenible, y que han significado la reflexión sobre el progreso científico-técnico del siglo XX y su coste ecológico. 
Un progreso marcado por las innovaciones tecnológicas que, en el campo de la construcción, posibilitaron el acceso a una vivienda salubre a una enorme cantidad de población en un siglo que vio el mayor incremento demográfico de la historia, pero que, paralelamente, significaron un elevado coste de desgaste en recursos naturales, en contaminación ambiental y en desastres naturales inducidos por el hombre, difícilmente asumibles a largo plazo. 
Es precisamente en las sociedades desarrolladas cuando, a finales de siglo y una vez resueltos los problemas más acuciantes de asentamiento de la población y garantizado su nivel de vida, se asiste a un replanteamiento general de los procesos de producción industrial, y de sus consecuencias en costes energéticos y ambientales. La construcción, como uno de los factores claves del desarrollo industrial, es uno de los primeros objetos de estudio en el campo de la adecuación ambiental, produciéndose numerosos trabajos sobre el tema, a partir, sobre todo, de las crisis energéticas de los setenta.
Si en un principio los primeros trabajos realizados se dirigían exclusivamente al ahorro energético, en la actualidad el problema ha transcendido hacia el entendimiento de la arquitectura bioclimática como un proceso activo, donde el ahorro es un factor más a tener en cuenta, pero en el que la adecuación ambiental ha de entenderse como un sistema más amplio, modificador del sistema natural e interactuante con él, en todos los sentidos, desde los energéticos hasta los estéticos y funcionales. 
En la actualidad, se puede decir que se han diseñado, construído y evaluado suficientes ejemplos de arquitectura bioclimática capaces de refrendar la bondad y calidad ambiental de las construcciones realizadas teniendo en cuenta los principios básicos de "construir con el clima", y se ha demostrado sobradamente su viabilidad económica.
Sin embargo, la arquitectura bioclimática, aunque con un impacto mediático cada vez más extendido, sigue teniendo un peso real insignificante dentro de la producción arquitectónica mundial, y en España, su desarrollo se encuentra limitado a las escasas iniciativas de promoción pública y a sectores muy aislados y concienciados de la iniciativa privada. Diferentes estudios avalan la capacidad de ahorro de energía de hasta un 70% en las soluciones arquitectónicas pensadas desde un lógica de adaptación y adecuación al clima, en comparación a los usuales procedimientos de construcción tradicional, quizás en consonancia con las normativas de aislamiento, pero disparatados muchos de ellos si se observan desde una lógica ambiental más amplia.
Se podría argumentar que, en cualquier proceso de producción científica, el desarrollo teórico siempre se sitúa por delante de la producción industrial, y que es necesario un cierto tiempo de desfase entre ambos, destinado a evaluar y reajustar las nuevas propuestas. Aunque en cierto modo este argumento puede ser válido (determinados sistemas técnicos incorporables a las construcciones relacionados con los sistemas activos que utilizan energías renovables aún requieren de cierto grado de desarrollo), el problema de base reside, seguramente, en cómo se cuantifican los ahorros energéticos, y en el traslado de dichas cuantificaciones al mercado y al proceso de producción.

El desfase existente entre una evaluación económica del consumo energético y de su impacto ambiental a largo plazo, y el actual sistema de evaluación del coste de producción en el sector de la construcción, pensado en términos de rentabilidad a corto plazo, obviando el mantenimiento energético del edificio, dificulta una evaluación objetiva de las ventajas que aporta una arquitectura entendida desde la adecuación al medio natural. Habrá que esperar a la progresiva introducción de las normativas de ámbito nacional e internacional de evaluación del gasto energético en función de su equivalencia en gases contaminantes de efecto invernadero (CO2), para que se empiece a producir una concienciación real sobre la necesidad de entender la construcción como una parte fundamental en el problema del desarrollo sostenible.

La aplicación real de las directrices de reducción de las emisiones de dióxido de carbono (93/76/CEE) llevada al sector de la construcción, producirá seguramente los ajustes necesarios para promocionar de forma estable y sostenida los edificios concebidos para conseguir una alta eficiencia energética[1]. Hay que pensar, en este sentido, que la edificación supone ya, en los países industrializados, el 50% de la energía consumida, y el 25% de la contaminación emitida. El balance también resulta positivo a la hora de realizar una cuenta global. Los índices de sobrecosto al aplicar lógicas de adecuación bioclimática a la construcción han implicado, en España, una media de un 15% más sobre el coste de construcción de una vivienda tradicional, compensados sobradamente con los ahorros energéticos obtenidos, ya comentados, del orden de un 70%, y que, en el cómputo global relacionado con la vida útil del edificio, supondría un ahorro neto total (costes de construcción más costes de mantenimiento) en torno al 20%.

No es de extrañar, por ello, que a una fase inicial de desconfianza y de recelo ante la introducción de una nueva lógica constructiva, se esté iniciando otra en la que las calificaciones de "arquitectura ecológica", "arquitectura bioclimática", "arquitectura energéticamente consciente", "arquitectura ambiental", etc.. hayan proliferado de forma espectacular, hasta un punto en el que es difícil discernir las bondades o defectos de unas y otras, y en donde la "eco-moda" se ha introducido como un factor más a la hora de promocionar arquitectura. En muchos casos, detrás de complicadas y crípticas terminologías pseudocientíficas se esconden en realidad meros guiños formales (a los que tan acostumbrados nos tienen las modas arquitectónicas) a cuestiones ligadas al paisajismo o al ruralismo que poco o nada tiene que ver con la complejidad científico-técnica que supone un proyecto de arquitectura bioclimática. En el peor de los casos, detrás de esta moda ecológica, se recogen aleatoriamente soluciones constructivas y estrategias de ubicación, orientación e implantación en el territorio copiadas literalmente de modelos (otro rasgo característico de las modas arquitectónicas) que poco o nada tienen que ver con las necesidades reales, y que pueden llegar a ser altamente contraproducentes. De hecho, si algo es capaz de caracterizar la arquitectura bioclimática, es precisamente su adecuación al medio ambiente y al lugar en el que se introduce, imposibilitando la misma solución en situaciones geográficas y ambientales distintas. En este sentido, es importante diferenciar entre los distintos términos empleados al hablar de las relaciones que se pueden establecer entre arquitectura y ambiente, y sobretodo, en distinguir las distintas lógicas que ellos suponen.
La "arquitectura bioclimática", entendida en términos conceptuales, se fundamenta en la adecuación y utilización positiva de las condiciones medioambientales y materiales, mantenida durante el proceso del proyecto y la obra. Una lógica que parte del estudio de las condiciones climáticas y ambientales y de la adecuación del diseño arquitectónico para protegerse y/o utilizar los distintos procesos naturales. En el alcance de esa interacción entre arquitectura y ambiente se pueden establecer los distintos niveles en donde se mueven actualmente los arquitectos que trabajan en este campo. Así, y dependiendo de la extensión del balance energético global al que se refiere la adecuación climática y ambiental de la arquitectura, se podrían ir catalogando los distintos tipos de edificación bioclimática.
En el orden más sencillo, se encontrarían aquellos edificios que sólo se preocupan de conseguir una alta eficiencia energética una vez construídos, sin incluir más variables ecológicas que las derivadas del ahorro energético a largo plazo. Se trataría de adecuar al máximo, desde el diseño del edificio y desde su resolución técnica y constructiva, el balance energético del mismo, aquilatando las ganancias y pérdidas a las necesidades del confort climático, pero obviando toda otra serie de relaciones más complejas que se pueden establecer entre ambiente y arquitectura.
En un segundo orden se situarían aquellos otros en donde el balance energético global incluiría no sólo la fase de vida útil del edificio, sino todo su proceso constructivo, desde la extracción de los materiales, su elaboración industrial, su puesta en obra, su uso, su reciclaje y su destrucción[2]. En este caso, el balance energético global y su equivalencia en contaminación ambiental llevaría a un análisis pormenorizado de los materiales de construcción, y por tanto, a la utilización de aquellos menos costosos en términos energéticos (o en su equivalente, en contaminación ambiental), y al rechazo, o a la mejora del sistema productivo, de aquellos otros con costes elevados, capaces de anular las posibles ganancias energéticas obtenidas durante el tiempo de usufructo del edificio. Según este principio, se primarían más, por ejemplo, aquellas técnicas capaces de introducir en la construcción materiales procedentes del reciclaje (actualmente se hace, en los países nórdicos, con el 40% del vidrio empleado en la edificación) y, a su vez, se fomentarían aquellos otros materiales que, en su proceso de mantenimiento o sustitución, puedan ser introducidos, a su vez, en un nuevo ciclo.
En un tercer orden, se situarían aquellas edificaciones que no sólo se preocupan de mantener buenos balances energéticos, sino también en adecuarse al medio en un sentido más extenso. Desde aquellas que se introducen en el paisaje, limitando el impacto visual de las construcciones, hasta aquellas otras que se preocupan por el mantenimiento de otros recursos naturales limitados, como la inclusión o el mantenimiento de la vegetación (fomentando la integración en la edificación de especies autóctonas) y el ahorro de agua (mediante la introducción de redes separativas de aguas grises y negras, la depuración selectiva por filtros verdes o la captación de agua de lluvia). Sistemas complementarios que, utilizados en beneficio de la edificación, son perfectamente compatibles e incluso coadyuvantes en el ahorro energético del edificio y en la obtención de las condiciones de confort deseadas.
En cualquier caso, es importante señalar que, lejos de parecer un sistema basado en rígidos principios inmutables, la arquitectura bioclimática ha de caracterizarse por un radical alejamiento de posiciones dogmáticas o fundamentalistas. Si existe algo realmente flexible y variable es, precisamente, el medio natural, y una arquitectura que mantenga como filosofía la adecuación a éste, debe ser capaz también de plantearse como un sistema abierto y adaptado al usuario, muchas veces marcado por factores extraños a la racionalidad ambiental. En este sentido, lejos de significar un problema, la arquitectura bioclimática (en realidad, como ha sucedido siempre con la buena arquitectura) ha de compaginar una serie de intereses que pueden ser, en cierta medida, contrapuestos. La flexibilidad de la arquitectura bioclimática debe permitir conseguir siempre un equilibrio entre todos los factores, y por tanto, alcanzar los objetivos posibles dentro de cada nivel de exigencia, que irá cambiando en relación con las necesidades, las condiciones y el grado de desarrollo socio-económico. La evolución paulatina de la conciencia ecológica, en un supuesto optimista, permitirá que las soluciones planteadas sean cada vez más eficaces en térmicos energéticos, de confort, de calidad ambiental y, por supuesto, en términos económicos. 

La flexibilidad que debe suponerse a la arquitectura diseñada según principios bioclimáticos no obvia que, en todos los supuestos posibles y en los distintos grados de intensidad alcanzables, deba existir un riguroso análisis científico de las condiciones de partida y un riguroso desarrollo metodológico, que normalmente cambia la praxiología habitual del proyecto arquitectónico. En este sentido, la adecuación climática y ambiental no debe entenderse como un añadido a un proceso de diseño arquitectónico predeterminado, sino que el propio diseño se adecua a las solicitaciones del medio natural y a todos los demás condicionantes de partida, aprovechando las posibilidades que ofrece el medio. Es indispensable que las soluciones alcanzadas (dentro de la variabilidad de las mismas, como sucede habitualmente en cualquier proyecto arquitectónico), estén respaldadas por un riguroso análisis de causa-efecto, para evitar aquellas intrusiones extra-contextuales dictadas por la moda de las que se hablaba anteriormente.

Resulta obvio que el primer requisito para realizar una arquitectura bioclimática es el conocimiento del medio natural en la que se debe ubicar. Los datos de dicho medio resultan tan esenciales, al menos, como los demás factores que intervienen en el proceso arquitectónico (programa, función, presupuesto, etc..). Sin embargo, resulta en muchos casos bastante difíciles de conseguir, por la inexistencia de datos climáticos fiables en gran parte del territorio. Si nos referimos a España, los datos del Atlas Climático Nacional son excesivamente generalistas, y datos más particulares sólo se encuentran en aquellas zonas en donde se localizan los observatorios meteorológicos. Además, los datos climáticos han de analizarse en relación al microclima local, y a las condiciones geográficas y morfológicas del territorio que pueden alterar decisivamente las lecturas de partida. 

En este punto es interesante detenerse a observar que, para una extensión razonable de un nuevo modo ecológico de concebir los procesos productivos de la sociedad, entre ellos la construcción, es necesario disponer de herramientas y de conocimientos adecuados al entendimiento científico del medio natural en relación con la arquitectura. En este sentido, y debido a la complejidad de dichas actuaciones, el arquitecto debe aprender a trabajar de modo interdisciplinario con otros profesionales del campo de la física y de las ciencias naturales y ambientales. El arquitecto deberá, además, tener una formación específica en arquitectura bioclimática (muchos de los nuevos planes de estudio de las carreras de arquitectura ya contemplan asignaturas en esta disciplina), reciclarse mediante cursos y seminarios de especialización o asesorarse con expertos en la materia. Existen ya muchos grupos de trabajo que desde las Universidades o los despachos profesionales se encuentran realizando labores teóricas y prácticas sobre estos temas.
Es indispensable, además, disponer de un adecuado instrumento de análisis cuyas conclusiones puedan ser de fácil transposición a la práctica arquitectónica. En este sentido, los manuales de arquitectura bioclimática que actualmente se están confeccionando por distintas comunidades autónomas resultan instrumentos muy válidos a la hora de relacionar las particulares condiciones climáticas de las distintas zonas geográficas con las posibles estrategias arquitectónicas adecuadas a cada emplazamiento. Un desarrollo más decidido de estos manuales -quizás con la incorporación de datos climáticos y de las correspondientes estrategias de adecuación arquitectónica a los sistemas cartográficos informáticos de tipo SIG (sistemas de información geográfica)- significaría crear un sustrato teórico imprescindible para el desarrollo de estrategias arquitectónicas de carácter sostenible. 
El análisis pormenorizado de las condiciones climáticas debe ser posteriormente analizado en orden a establecer qué sucede con todas las variables cuando iteractúan (viento, humedad, temperatura, radiación), y cuales son sus consecuencias traducidas al bienestar humano, esto es, a la sensación de confort. Una vez obtenidos los datos relativos al microclima local y combinados en parámetros ajustables a las necesidades humanas de bienestar físico, se debe analizar en que medida y en que épocas del año dichas condiciones se corresponden (o se alejan) de las condiciones de confort. En este último caso, se estudia en que sentido las condiciones ambientales difieren de las deseadas, y se plantean las estrategias arquitectónicas correctoras necesarias.
Habitualmente el problema reside en combinar distintas estrategias, puesto que condiciones ambientales adversas y de signo totalmente distinto suelen darse, por ejemplo, en verano (necesidad de refrigeración mediante ventilación o humidificación) e invierno ( necesidad de calefacción mediante ganancias internas, calefacción solar pasiva o activa, etc...) En el proceso de diseño arquitectónico deben irse ajustando todas las estrategias arquitectónicas conducentes a la corrección de dichos parámetros, combinándose con los demás aspectos de orden material, funcional, formal, estético y normativo. El proceso resulta complejo y laborioso y, al contrario de lo que pudiera parecer, no coarta en absoluto la libertad creativa del arquitecto, sino que más bien facilita su labor al clarificar los condicionantes de partida. 
Así como es importante disponer de eficaces instrumentos de conocimiento del medio natural, parece también necesario disponer, en las fases de diseño y de adecuación ambiental de la arquitectura, de la instrumentación de apoyo necesaria. Es importante conseguir modelos informáticos físicos y matemáticos capaces de analizar adecuadamente las relaciones causa-efecto entre clima y arquitectura. En la actualidad, el problema de la cuantificación de los resultados obtenidos, sigue siendo uno de los puntos más complejos del proceso de producción de la arquitectura bioclimática. Los modelos existentes, o son incompletos, simplificando gran cantidad de datos, o se encuentran encriptados en una especificidad y una terminología sólo descifrable por los equipos de investigación que los manejan en institutos y universidades, muchas veces desconectados de la aplicación real que requeriría la arquitectura. Por el momento, la mayor parte de los resultados obtenidos y cuantificados lo han sido por comprobación directa, monitorizando "in situ" las obras realizadas. 
Esto no significa que el proyectista se encuentre indefenso frente a una posible y necesaria cuantificación "a priori" de las soluciones escogidas, ni que la arquitectura bioclimática sea una ciencia incierta, restando validez a sus propuestas o introduciendo tal grado de indefinición que asuste a sus potenciales promotores, sean estos públicos o privados. En realidad, el proyectista trabaja con márgenes de seguridad ya muy probados por la experiencia o avalados por la combinación simultánea de muchas técnicas de cuantificación parcial. Es un hecho que, hasta el momento, no se ha conocido ningún fracaso entre las experiencias realizadas de arquitectura bioclimática, cosa que, por desgracia, no puede decirse de la arquitectura comercial tradicional. 
Una ayuda importante y nada desdeñable al desarrollo de arquitecturas integradas en el medio ambiente sería el entendimiento del problema de la implantación y ubicación desde una lógica extensiva, que incluya todos los grados del planeamiento urbano, desde los estudios del territorio hasta los planes parciales. Poca arquitectura bioclimática se puede realizar si las condiciones urbanísticas de partida -obstrucciones solares, exposiciones a viento, malas orientaciones- la dificultan. En tal caso ésta será menos efieciente. Está comprobado, por ejemplo, que un edificio aislado del tipo viviendas colectivas, gasta el doble en energía si su eje longitudinal se encuentra orientado en sentido Norte-Sur que si lo está en el Este-Oeste. Por tanto, el problema de la construcción de edificios de alta eficiencia energética transciende las meras soluciones arquitectónicas, y se constituye como una lógica que debe afectar todos los ámbitos de la planificación urbana. 
Otro asunto es el relativo a la rehabilitación de viviendas desde una lógica de ahorro energético. En este caso, la arquitectura tendrá que adecuarse a las ubicaciones y condicionantes del lugar. Si éstos imposibilitan un aprovechamiento óptimo de los condicionantes naturales, habrá que resolver los problemas incidiendo más en las soluciones constructivas y en el uso racional de los materiales de construcción, en especial en la sabia combinación y colocación de los aislamientos y de la inercia térmica. 
Por último, en esta introducción general, quedaría comentar el panorama actual de la arquitectura bioclimática, sus tendencias y el tipo de soluciones actualmente en uso, además de sus proyecciones de futuro.
Cabría, en un principio, hacer una primera distinción entre los sistemas de control climático aplicados en las arquitecturas, que pueden ser pasivos o activos, aunque es cada vez más usual encontrar edificios en donde se haya utilizado una combinación de ambos sistemas (normalmente suele tratarse de edificios con un mayor presupuesto de partida).
Los sistemas pasivos se fundamentan en el control de las variables climáticas en el interior de las edificaciones mediante el uso racional de las formas y de los materiales utilizados en arquitectura, incidiendo fundamentalmente en la radiación solar, facilitando o limitando su incidencia y utilizando los aislamientos y la inercia térmica de los materiales como sistemas de control y amortiguamiento térmico. La elección de los vidrios y del material de construcción de los forjados, cerramientos, tabiquería y estructuras se supedita a la obtención de los resultados prefijados. 
Los sistemas activos, por el contrario, aplican directamente las nuevas tecnologías de aprovechamiento de las energías renovables, como la solar (para producción de agua caliente sanitaria, calefacción o energía fotovoltaica), la energía eólica o la biomasa. En este sentido habría que hacer una primera distinción entre aquellas técnicas probadas y cuantitativamente rentables en todas condiciones, como es la energía solar para ACS (agua caliente sanitaria), o la energía eólica, de aquellas otras cuya aplicación es más discutible en términos de rentabilidad, como la fotovoltaica. También entrarían en este apartado todos aquellos sistemas de ahorro energético de equipos tradicionales, como los que suponen las centrales de cogeneración y todos aquellos otros sistemas de control ambiental que necesitan un gasto inicial de energía para su correcto funcionamiento: sistemas móviles de parasoles, domótica, sistemas variables de iluminación, etc...
Una segunda distinción, menos técnica pero quizás más adecuada, atañe a la filosofía imperante tras determinadas actuaciones realizadas bajo el mismo epígrafe de arquitecturas bioclimáticas, pero enormemente dispares entre sí. Se tendrían, en este supuesto, tres modelos distintos de actuación, cada una con sus posibles variantes. 
Un primer modelo estaría formado por aquellas actuaciones tendentes a recuperar un cierto grado de "primitivismo", volviendo a soluciones vernáculas, enfatizando los peligros que acechan al desarrollismo y reivindicando lo natural frente a los desmanes del progreso tecnológico. Se trataría en alguna medida de un planteamiento muy vinculado al territorio y al asentamiento en baja densidad, una vuelta al medio rural. Es un planteamiento acompañado, muchas veces, de cierto fundamentalismo ecológico en el sentido de prohibir o limitar el empleo de muchos materiales de construcción, sobre todo de aquellos que implican un mayor consumo energético o procesos industriales con una alta repercusión ambiental. A su vez, preconizan el empleo de materiales considerados naturales, como la tierra, la madera o la arcilla.
El problema de estas soluciones es su escasa solvencia para ser empleadas a gran escala en el asentamiento de millones de personas. Sería de todo punto inviable un urbanismo de baja densidad extendido masivamente en el territorio, colapsando vías de circulación y generando aún más problemas ambientales, debido a la multiplicación de redes de abastecimiento y recogida. Por otra parte, la utilización masiva de materiales como la madera también es incompatible con el mantenimiento de la vegetación, y la renuncia a los procesos de producción industrial es, hoy por hoy, insostenible por ser imposible su sustitución a gran escala. Además, y frente a una visión rígida y prohibicionista de lo industrial, siempre es posible aplicar criterios de mejora energética y ambiental en los procesos de fabricación.
Otro modelo actualmente muy publicitado, en relación a la arquitectura de alta eficiencia energética, es el tecnológico, el denominado "high-tech" o, en su versión supuestamente más orientada a la integración medio ambiental, "eco-tech". Con gran repercusión mediática, se trata de un modelo exhibicionista que aplica los más espectaculares alardes técnicos en la resolución de edificios, con complejos sistemas activos de control climático (vidrios de alta eficiencia, sistemas móviles robotizados de protección, sistemas de captación solar activa) controlados por ordenador (domótica). Son edificios cuya eficiencia energética sólo se limita al mantenimiento, sin tener en cuenta otras premisas, como el coste energético de construcción (generalmente elevadísimo). Se trata de un modelo que se extiende como manifiesto de futuro, pero que debido a su elevado coste sólo es asumible por corporaciones privadas de alto nivel económico, que lo exhiben como símbolo de poder y como objeto publicitario dentro de la moda actual por lo ecológico.
El modelo tecnológico, aunque muy seductor por su imagen y su impacto publicitario, (es curioso como empieza a ser asumido en este mismo sentido por el sector público), tiene algunas cualidades objetivas, como las apuestas por la innovación continua y aplicada o por la experimentación en nuevas formas, muchas veces trasladadas de otros sectores industriales de vanguardia, como el automovilístico, el aeronáutico o incluso el espacial. Sin embargo, tiene también ciertos problemas nada desdeñables. Por una parte, el empleo de soluciones y sistemas sobredimensionados, destinados más a satisfacer una imagen que a resolver problemas reales, y por otra, y más grave, su elevado coste, que lo convierte en inviable a gran escala, y muy poco aplicable a la edificación de viviendas, el sector económicamente más necesitado de un aquilatamiento extremo en la relación coste-beneficio.
Por último se tendría el modelo que se podría denominar posibilista. Se trata de introducir, paulatinamente, mejoras en el diseño arquitectónico y en la resolución constructiva de los edificios, de tal modo que con un pequeño incremento de costes, se obtengan notables beneficios en ahorro energético y adecuación ambiental. Es un modelo de probada eficacia, que no implica complejas transformaciones de la industria productiva actual (utiliza materiales habituales en el proceso constructivo), no interfiere en los planeamientos estratégicos de desarrollo y puede ser perfectamente asumible en costes por el conjunto de agentes que intervienen en el proceso inmobiliario: administración, promotores, técnicos, constructoras y usuarios. Un modelo en consonancia con las próximas normativas internacionales a aplicar en concepto de eficiencia energética y protección ambiental y suficientemente flexible para adaptarse a diferentes necesidades y demandas económicas y sociales. Además, se trata de un modelo perfectamente adaptable a la idiosincrasia social y económica de cada lugar, y por tanto perfectamente compatible con las necesidades de desarrollo y sostenibilidad a las que se enfrentan los países del segundo y tercer mundo.
Se trata, este último, de un modelo perfectamente aplicable hoy por hoy, que sólo necesita de un apoyo más decidido de la administración en cuanto a dotar, en vivienda pública, de un mayor peso a las promociones de arquitectura bioclimática y en cuanto a subvencionar, en vivienda privada, los pequeños incrementos de costes de mejora introducidos en las edificaciones. A medio plazo, y con la introducción de las normativas de calificación energética, el propio sector se autoregulará para generar una producción estable de viviendas bioclimáticas.

Las Claves de la Arquitectura

Elementos Materiales y Técnicos: Sistemas de Construcción

Existen diversas formas de construir, según el tiempo y el lugar. La forma de construir depende del nivel tecnológico de la sociedad que construye y de las necesidades que esa sociedad manifiesta. En cualquier caso, el sistema constructivo utilizado por una comunidad refleja parte de su personalidad, puesto que al construir se pretende transformar el medio natural en un medio artificial, adaptado a las necesidades del hombre, y el proceso de transformación revela las necesidades a cuya solución conduce.
     Según John Gloac, desde que el hombre abandonó el refugio que le brindaba la caverna hasta hoy, han ocurrido tres descubrimientos estructurales que han dado lugar a la aparición de otras tantas maneras de construir, a tres sistemas constructivos diferentes. En primer lugar, el hombre observó que dos elementos verticales pueden soportar un tercero horizontal y de aquí se derivó laarquitectura adintelada o arquitrabada, construida a base de pies derechos y dinteles o arquitrabes. El segundo descubrimiento fue el arco, del que nació la arquitectura abovedada. El arco permite salvar grandes espacios sin apoyos intermedios y transmitir el peso de grandes masas de piedra, por trayectoria curva, hacia las paredes y los contrafuertes. Tanto en el sistema adintelado como en el abovedado, los edificios son sustentados casi completamente por paredes o pilares que les dan una robusta estructura externa. El tercer descubrimiento cambió esta estructura externa, a modo de caparazón de crustáceo, por una estructura interna que convierte el organismo arquitectónico en vertebrado. El advenimiento del hierro, del acero y de las modernas variedades del hormigón, representó la posibilidad de dotar al edificio de un esqueleto interno y de crear audaces voladizos, con las transformaciones que todo ello conlleva.
     El sistema adintelado, basado en el dintel y la columna o pie derecho, es el más antiguo. Su origen se halla en la arquitectura lignaria de la que no nos quedan testimonios. Las primeras muestras de arquitectura adintelada pétrea la encontramos en los dólmenes prehistóricos, en los que grandes losas de piedra verticales sostenían otras colocadas horizontalmente sobre ellas. Si la distancia entre las piedras verticales era demasiado amplia para una única losa, se realizaba la denominada falsa bóveda por el procedimiento de aproximación de hiladas: cada hilada de piedras está en saledizo con respecto a la inferior; así, dos muros paralelos en su base llegarán a tocarse en su parte alta.
     También Egipto utilizó el sistema adintelado en sus grandes obras. Al igual que en la arquitectura megalítica, la elevación de los dinteles para su colocación representaba considerables dificultades: se realizaba mediante rampas de tierra, que se retiraban posteriormente. Grecia llevó el sistema adintelado a su perfección. Los bloques de piedra eran extraídos de la cantera y transportados a la obra, donde se acababan de tallar y sólo se pulimentaban una vez estaban colocados en su emplazamiento definitivo. Si bien se conocían los materiales aglomerantes, se prefirió reservar el perfecto ajuste de los sillares de los edificios a una idónea labor de esterotomía que aseguraba su solidez. La gran aportación griega a la arquitectura son los tres órdenes clásicos: dórico, jónico y corintio, u ordenaciones de las diversas partes del soporte y de la cubierta de los edificios. La cubierta de las construcciones adinteladas griegas es, obviamente, plana, si bien solía estar protegida por un tejado de doble vertiente. A lo largo de la historia de la arquitectura occidental el sistema adintelado coexiste con el abovedado, sin llegar a ser sustituido totalmente en ningún momento. Con el Neoclasicismo el sistema adintelado experimenta un notable resurgimiento formal pero que a nivel estructural carece de interés.
     Dentro del sistema adintelado hemos de incluir la arquitectura del siglo XIX, que utiliza pies derechos y vigas de hierro, así como las actuales estructuras de hormigón armado. Pero, si bien estructuralmente podemos convenir que corresponden a un mismo principio, sus especiales cualidades y características posibilitan, y de hecho propician, soluciones absolutamente nuevas y por ello los trataremos más adelante. Otro sistema que sí podemos considerar una variedad del adintelado es el de los muros de carga, método mucho más económico, usado en especial en la arquitectura popular doméstica.
 
  
ARCOS
Arcos






COLISEO
Coliseo, Roma






TAÜLL
Taüll






NOTRE DAME
Notre Dame, París
      El sistema abovedado tiene su base en el arco o elemento sustentante de forma curva destinado a salvar un espacio más o menos grande, formado por dovelas o piedras talladas en forma de cuña, generalmente en número impar, que originan empujes laterales y desvían la carga vertical que soportan hacia los puntos de apoyo del arco o impostas. Partes básicas del arco son la luz, o dimensión horizontal máxima del mismo por su parte interior; la flecha, altura del arco desde su línea de arranque hasta la clave o dovela central del arco; el punto, lugar donde se unen la flecha y la luz de un arco; el arranque del arco o punto de transición entre el muro o la jamba y el arco; la línea de arranque es la recta que une los dos arranques del arco; el intradós es la superficie interior, cóncava, del arco, mientras que el extradós es la superficie convexa o exterior del mismo, siendo la línea formada por la parte alta de las dovelas.
     El arco básico es el denominado de medio punto, también denominado formarete, que está formado por un medio círculo, con su centro en la línea de arranque. Existe una gran variedad de arcosos, tomando el nombre de su forma, de su función o de la forrma en que ha sido trazado. Así, algunos tipos de arco según su forma son: el arco ojival o apuntado, formado por dos arcos de medio punto que se cortan en la clave; el arco de herradura, típica forma árabe, es mayor que una semicircunferencia y su flecha es mayor que la semiluz; el peraltado, es un arco de semicírculo, cuya flecha o altura es mayor que la semiluz; el arco rebajado, o escarzano, tiene la flecha menor que la semiluz, etc. Diferenciándose por su función podemos señalar, entre otros muchos, los siguientes: el arco fajón, es el que sobresale del intradós de una bóveda, siendo perpendicular al sentido de la misma; el arco formero, es el que se halla en la intersección de una bóveda con el muro, es perpendicular al fajón; el arco de descarga, es el que se construye sobre un dintel para descargarlo del peso del muro; el arco toral, es el nombre de cada uno de los cuatro arcos sobre los que descansa una cúpula, o el del arco que, en una nave formada por bóvedas de arista o crucería, y perpendicular eje de ésta, separa dos bóvedas contiguas, etc. Por su trazado, podemos mencionar: el arco carpanel, el que teniendo forma de elipse se traza mediante una serie de arcos de circunferencia, cuyos centros son en número impar; el arco conopial, o arco apuntado cuyas ramas imitan la forma de un talón; el arco elíptico, es el formado por una semielipse, conocido también con el nombre de arco del hilo, debido al sistema del que se valían antiguamente para su trazado, etcétera.
     Una bóveda es una obra de fábrica, de forma arqueada, cuya misión consiste en cubrir un espacio comprendido entre dos muros o soportes, creando un techo o una cubierta. Sus formas pueden ser múltiples, derivándose todas ellas de las dos fundamentales: la cilíndrica y la esférica. La bóveda de cañón es la más simple y es la generada por un arco directriz de medio punto, dando como resultado una bóveda de sección semicircular. Por extensión todas las bóvedas que se consideran generadas por un arco directriz, sea rebajado, carpanel, ojival, etc. dan lugar a las denominadas bóvedas decañón seguido. Otros tipos de bóvedas son: la bóveda de arista, formada por la intersección de dos bóvedas de medio cañón, que al seccionarse forman cuatro aristas sobresalientes; la bóveda de crucería, es la derivada de la bóveda de arista, formada por cruce de arcos diagonales y nervios secundarios que se ornamenta con molduras; la bóveda vaída, la que formaría una semiesfera cortada por cuatro planos verticales dando lugar a una bóveda esférica sobre una planta cuadrada; labóveda esférica, o bóveda de revolución, generada por un arco de medio punto que gira sobre su propio eje vertical, originando una cúpula de media naranja o semiesférica, etc.;
     Los arcos y las bóvedas de piedra o ladrillo se deben construir con la ayuda de una cimbra, estructura desmontable de madera que sólo puede ser retirada cuando la estructura ha sido terminada, con la colocación de la clave o dovela central.
     En sus orígenes, el sistema abovedado está ligado a la arquitectura de ladrillo aparecida en el Oriente Próximo, territorio en el que la escasez de piedra y de bosques obligó a la búsqueda de nuevas soluciones. Roma tomó el sistema abovedado de los etruscos, pueblo de procedencia oriental, y lo usó para cubrir impresionantes espacios. A nivel técnico hay que destacar el uso que los romanos hicieron del hormigón aplicado a arcos y bóvedas, haciendo posible, y de hecho propiciando, la construcción de grandes volúmenes arquitectónicos, intencionadamente representativos del poder y de la magnificencia romanos.
     Tras Roma, Bizancio continuó el desarrollo de la arquitectura de arcos y bóvedas, transmitiéndola, a su vez, a una extensa área oriental, En Occidente, la caída de Roma coincide con la ascensión delCristianismo y con la concretización de sus necesidades. Una de ellas, y no la menos importante, era crear espacios adecuados para la reunión de los fieles para escuchar la palabra de Dios. La planta elegida fue la de las basílicas romanas, edificios longitudinales, de tres naves, más alta la central, con ábsides en los extremos menores. Por otro lado, el proyecto germánico del Sacro Imperio desembocó en la creación de una nueva arquitectura, basada en la revisión del mundo clásico romano y de sus sistemas constructivos. La suma de estos elementos dio lugar a la aparición del Románico hacia el año 1000.
     La arquitectura románica utilizó el sistema abovedado. En sus cubiertas utilizaba la bóveda de medio cañón con arcos fajones. Cada arco fajón se corresponde en el exterior con un contrafuerte, que es el encargado de soportar las tensiones constructivas. En las zonas situadas entre los contrafuertes, y libres por tanto de empujes constructivos, se podían abrir ventanas. En los exteriores románicos encontramos columnas cuyas proporciones nada tienen en común con las clásicas, con fustes lisos y capiteles historiados o decorados con temas vegetales. Los soportes del interior de los templos, que reciben el empuje de los arcos fajones de la bóveda y de los arcos formeros o divisorios de las naves, deben aumentar su resistencia, por lo que acaban convirtiéndose en pilares de base cruciforme. Consolidada la arquitectura románica sobre estos principios, su evolución hacia la gótica será rápida.
     El Gótico presenta evidentes diferencias con respecto al Románico: una diferente articulación espacial, una mayor número de aberturas, y la aparición en definitiva de un sistema que, si bien debe ser considerado dentro del denominado abovedado, presenta la peculiaridad de articularse a través de nervios y líneas de fuerza. El elemento sustentante del edificio gótico es el pilar, Un pilar constituido por un núcleo central, que puede ser circular o cuadrangular de hormigón, recubierto de piedra, y unas columnas adosadas que, cuando son muy finas, se denominan baquetones. Si el arco típico de la arquitectura románica era el denominado de medio punto, en la gótica es. el arco ería. El punto donde se cruzan los nervios de los arcos que forman una bóveda se llama clave, y el relleno de las mismas denomina plementería. Los robustos contrafuertes del Románico se aligeran por la introducción del sistema gótico de arbotantes que, trasladando los empujes de las cargas más allá de los muros del edificio, posibilita que éstos puedan hacerse más ligeros, presentar más y mayores aberturas: es el nacimiento de las grandes vidrieras.
     En el Renacimiento las formas retornadas del mundo clásico sustituyen a las propias del período gótico. A nivel estructural, ni el Renacimiento ni el Barroco aportan avances tecnológicos significativos.
     La arquitectura basada en las líneas de fuerza, como la gótica, resurge en el siglo XIX con eladvenimiento del hierro y de la ingeniería por una parte, y con la aparición del Neogótico por otra. Las nuevas construcciones, como el Cristal Palace (1851) o la torre Eiffel (1889), son una clara muestra de las posibilidades de los nuevos materiales aplicados a la vieja teoría de las líneas de fuerza.
 
  
PALACIO DE CRISTAL
Palacio de Cristal
      Al comenzar este capítulo mencionábamos tres descubrimientos estructurales de la humanidad: hemos visto los dos primeros, adintelado y abovedado; veamos ahora el tercero. Nos referimos a la arquitectura nacida del uso de nuevos materiales, y muy especialmente del hormigón armado que permite crear un esqueleto interno para el edificio, al tiempo que propicia la creación de voladizos que enriquecen las posibilidades compositivas en planta y en volumen. Al concentrarse los empujes en el esqueleto interior los muros exteriores no tienen otra razón de ser que la de acotar límites al espacio interior. Libres de cualquier función sustentante, los muros pueden convertirse en ligeras mamparas de vidrio, muros-cortina, y adoptar cualquier forma deseada. Junto a las posibilidades derivadas del uso de los nuevos materiales, deben destacarse los hallazgos realizados en el campo de los sistemasprefabricados, entendiendo como tales no sólo aquellos elementos constructivos realizados fuera de la obra, que serían prácticamente todos, sino al montaje en la misma de grandes paneles que se ensamblan como elementos de fachada, suelo, techo, etc. Otra variedad dentro del capítulo de los prefabricados es la que trabaja con elementos tridimensionales o «cajas» de hormigón, de fibra de vidrio, etc. que se van armando con la ayuda de grúas para formar un edificio. El mayor costo de estos sistemas reside hoy en el transporte y el montaje, tanto en la mano de obra como en la maquinaria necesaria para ello.

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Craneo Humano- Practica en Dibujar




Fotografías de Arquitectura Moderna


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Esquema de la Arquitectura Griega

REPASO DE LA ARQUITECTURA GRIEGA







Para no quedarnos de piedra y, como se suele decir, "aprender de las piedras" proporciono este material de repaso que creo que os resultará interesante:

Arquitectura Gótica y sus Orígenes

La arquitectura gótica se desarrolló en la Edad Media, entre los siglos XII y XV, aportó como innovación la ligereza de las estructuras, y la iluminación abundante de sus interiores, en oposición a la solidez imponente de las construcciones románicas. Vinculada a los cambios sociales y culturales, pero su temática continuó siendo principalmente religiosa, construyendo catedrales, iglesias, y monasterios.
La palabra gótico, tiene un sentido peyorativo, le fue impuesta a este movimiento por Vasari (1511-1574), y adoptado por los renacentistas, quienes sólo consideraban arte al de la antigüedad clásica.
La arquitectura gótica es de origen francés, y fue difundida a través de sus catedrales al Sacro Imperio Romano Germánico, y a la corona de Castilla. En Inglaterra adquirió prontamente características nacionales. En Italia llegó tarde y su impacto fue desparejo y con poca aceptación, pronto fue sustituida por el Renacimiento.

Innovaciones Técnicas:

Presenta innovaciones técnicas que le permitieron levantar estructuras esbeltas y livianas, con materiales y medios sencillos.
Arquitectura goticaARCO OJIVAL- es una característica de toda construcción gótica, a diferencia del arco de medio punto, permite transmitir tensiones laterales sensiblemente menores, lo cual posibilita liviandad y la flexibilidad y esbeltez de sus formas.
BÓVEDA DE CRUCERO- formada por arcos apuntados a modo de esqueleto, es la bóveda más liviana construida hasta la época. Permite transmitir los esfuerzos directamente en los pilares.
CONTRAFUERTE- el tradicional muro portante de enormes dimensiones fue sustituido por estructuras livianas, gracias al aumento en el tamaño de los contrafuertes, que en el románico existían pero más bien como nervaduras. Éstos se situaban adosados a muros ligeros, permitiendo que los mismos transmitieran los esfuerzos al contrafuerte, y éste a su vez lo llevara al suelo. De este modo, pudieron lograrse fachadas esbeltas con profusión de huecos.
ARBOTANTES- los avances en las técnicas constructivas permitieron liberar de masa los muros y contrafuertes, a favor de un aprovechamiento de la distribución inteligente de las cargas edilicias. Ello permitió comprender el recorrido de las fuerzas portantes y eliminar material en las zonas que no estaban sometidas a esfuerzos, por ello la construcción de arcos que conectaban los contrafuertes con los muros, siendo éstos los que transportaban la totalidad de los esfuerzos.
EL DESARROLLO EN ALTURA- con un sistema constructivo liviano y eficiente, pudo elevarse la altura de los edificios, lo cual representa el carácter espiritual de la arquitectura de este período.
EL DESARROLLO DE LAS VIDRIERÍAS- las nuevas técnicas permitieron aumentar en número y tamaño las aberturas en los muros, favoreciendo la penetración de la luz. En consonancia con el espíritu de la época, y el tono religioso de la arquitectura, surgieron los vitrales, como medio de expresión artística que cumple la función decorativa y la función educadora simultáneamente, dotando a los ambientes de una atmósfera acorde al espiritualismo dominante.

Arquitectura románica

Desde el punto de vista exclusivamente arquitectónico el románico fue un esfuerzo continuo en construir templos perdurables con la mayor grandeza posible pero evitando su posible destrucción. En este empeño la arquitectura románica siguió un proceso evolutivo continuo de perfeccionamiento y de resolución de problemas tectónicos en busca de la altura y la luz.
Para ello el material empleado debía ser piedra fundamentalmente, aunque no se renunció a otro materiales como luego veremos. Otra condición ideal era que el templo debía estar abovedado. Esto era por dos razones: la primera, por dar mayor relevancia simbólica al edificio y otra, más práctica, para evitar los incendios que los techos de madera sufrían con cierta frecuencia.
La arquitectura románica tiene variedades regionales muy acusadas. En la imágen: catedral de Pisa, Italia

Estos deseos llevaron a los arquitectos románicos a construir sus iglesias con grandes muros macizos de piedra que pudieran soportar los enormes pesos de las bóvedas. Los vanos, aunque deseados por el simbolismo de la luz, fueron practicados de manera más escasa que en el gótico -vanos estrechos y saeteras- pues suponían frecuentemente menoscabo de la resistencia de los muros. Como consecuencia secundaria, el interior de los templos románicos se envuelven en una tamizada luz que invita al recogimiento. También esta luz difusa daba vida y "magia" a la policromía de las pinturas murales que cubrían sus muros.

Educación para el diseño en México

Mexico y el Diseño en la Actualidad

Cuantas veces no nos han dicho, ¿por que tan caro? Cuando les das tu presupuesto, esto pasa por la valoración y la necesidad de diseñar en cualquier índole; Industrial, gráfico, multimedia, fotografía, porque todo lo que vemos va a depender de un diseño formal y la gente no lo valora como tal, todo lo que vemos creado por el hombre tiene un diseño previamente con una buena planeación en su mayoría, no obstante lo gráfico que es por donde recibimos información en un 75 % de nuestra vida. Es por ello que, debemos cotizarnos como diseñadores y creadores de soluciones a una problemática o necesidad social.

lunes, 28 de febrero de 2011

La mayor escuela de innovacion existente como primordial lugar de estudio de mentes brillantes es
La Bauhaus ya que cuenta con los principales exponentes, canones esteticos, diseño industrial, diseño arquitectonico, diseño grafico.

Visite la Historia de la Bauhaus dentro de este enlace

jueves, 24 de febrero de 2011

La Nueva Visión Arquitectónica

Hoy en día se comenta mucho del nuevo rumbo que tomará la arquitectura, se dice que los edificios estarán basados en tecnología de punta, diseño útopico y que estarán con un enfoque ecológico. Somos parte de la nueva generación de arquitectos que tienen como meta combinar todos los elementos para crear un nuevo concepto de arquitectura moderna en que nuestas construcciones esten armonizadas con el medio ambiente y las exigencias de la sociedad.